La Terapia Sistémica se basa en el análisis de las relaciones, ya que su axioma principal viene a decir «somos en relación».
Es decir, no puedes ser Paula al completo sin tu madre, sin tu amiga, o sin tu trabajo, sin tus antiguas parejas, etc. y esto nos hace sentir de una manera determinada, en relación con nuestro momento de vida, capacidades, necesidades o herramientas disponibles. Pertenecemos a varios sistemas relacionales (familiar, laboral, social, pareja, académico) y esto, además de necesario, nos construye.
El problema viene cuando me siento bloqueada en alguno de los ámbitos o varios de ellos, lo que antes era capaz de gestionar, ha llegado a un límite y tengo la necesidad de que algo cambie; sin embargo, me doy cuenta de lo inflexibles que son los sistemas, y esto me hace sentirme aún peor.
Si somos capaces de analizar cómo se organizan nuestros sistemas y reconocer nuestras necesidades, somos capaces de elegir el movimiento que necesitamos para estar mejor.
Por otro lado, otro de los axiomas principales de la Terapia Sistémica dice «no se puede no comunicar». Por tanto, este tipo de terapia trabaja codo con codo con la comunicación (metacomunicación, el lenguaje digital «que se dice», el lenguaje analógico, el nivel de contenido y de relación en una comunicación, etc. Es decir, a grandes rasgos nos enseña a comunicarnos y entender a los otres de una manera más amplia que el significado intrínseco que pueda tener una palabra.
Para observar a la perfección la dinámica familiar, os recomiendo la película de Icíar Bollaín «La boda de Rosa», el cine siempre nos ofrece buenos referentes